Ahora saco un rato, si o si. Ahora que me apetece lo voy a hacer, ahora... porque igual después me quedo sin tiempo. Palabras comunes en nuestros tiempos (y valga la redundancia) pero el no tener tiempo para tener tiempo para uno mismo es el mal de nuestros días.
Y en este mundo que nos ha tocado vivir, más. Estamos en la era de las prisas. Vas por la calle y solo ves a gente corriendo, de un lado para otro con los rostros serios y caminando como auténticas máquinas, dirigiendose a ningún lado... pero rapido.
Disfrutamos de la edad de la revolución tecnológica... pero sin tiempo. En definitiva, no disfrutamos de nada. Estamos encorsetados por nuestras obligaciones, nuestros trabajos, los tiempos, los horarios esclavos, los plazos, las fechas de entrega, los días que se van y las cosas que se acercan.
Estamos tan presos pensando en que el tiempo no se nos acabe para realizar todas esas cosas o simplemente tan oprimidos por la realización de tareas que requieren "su" tiempo que nos olvidamos de "nuestro" tiempo, nos olvidamos de disfrutar de momentos que cuando el tiempo pase igual no vuelven, de aprovechar a cada instante lo que se nos presenta : un café, una conversación, un beso, una risa, una alegría o una pena.
No lo aprovechamos, lo encasillamos y le dedicamos esa porción de tiempo que no dedicamos a otra cosa y sería justo al revés. Los pequeños momentos que son los que nos hacen vivir deberían ocupar nuestro mayor tiempo, para nuestro bienestar y propia salud.
¿Los plazos? nunca fueron buenos. Algo que te limita tu capacidad de obrar no puede ser saludable.
Por eso no se limiten a ver la vida pasar y correr a cumplir plazos establecidos. Disfruten de los momentos que les brinda esta vida, porque al fin y al cabo no saldrán vivos de ella.
Y ahora disculpenme, tengo un poco de prisa. Hay uno de esos momentos que no puedo dejar pasar...
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