Premios 20Blogs

27.2.10

Rodriguez

Me encanta quedarme solo en casa.

Ese espacio, donde en condiciones normales solo estoy para comer y dormir, se transforma en estos momentos de ausencia en un templo de paz y remanso donde yo, y solo yo, tengo el poder de decisión sobre todo lo que ocurre en el recinto.

Así que hoy, cuando he despertado libre de toda esclavitud sonora, me he tomado mi desayuno con calma, he dado de comer a mis tortugas, me he dado un buen baño y me he dicho que tenía que escribir sobre el pocas veces valorado gusto de la soledad.
Hasta para eso me ha venido bien el riguroso silencio que reinaba hoy en la mañana, para deternerme un rato y pensar en mi escritura abandonada y tratar de aplacar ese cierto bipolarismo que hace que escriba mucho y con regularidad o que alterne períodos de ausencia injustificada y castigadora para mis fieles lectores.

Odio ese bipolarismo... aunque también es la cosa más fantástica del mundo.

Les decía que me encanta quedarme solo en casa. Si esta situación me pasa hace 10 años, hubiera sido completamente distinto. Quizá no hubiera aparecido en casa nada más que para dormir y alimentarme malamente, despues de haber estado rondando por ahí hasta altas horas y haciendo rotos.
Pero 10 años después las cosas y las prioridades cambian y apetece estar más relajado, disfrutando de momentos que por lo general no ocurren.

Las cosas cambian porque estamos permanentemente expuestos y el desgaste se evidencia no solo en las ojeras más o menos perennes o en el cansancio físico, sino en el estrés mental que supone la voracidad con la que actúa una sociedad que contínuamente nos exige más y más, una mano invisible que nos estrangula hasta que no podemos más e intentamos gritar con un halo de voz, una machacante sensación de estar compitiendo sobre qué hacer y qué no hacer, cómo comportarse, cómo decidir y cuándo decidir... y sobre todo saber que lo que decidas es lo correcto... o no.

Por eso, estos dos días de Rodriguez, sabiendo que hay un lugar donde encontrar esa paz de la soledad, ese oxígeno que llegue a la sangre y riegue el cerebro para seguir pensando con lucidez, suponen un oasis en el desierto que no conviene despreciar ni desperdiciar.

Ya me veo como Federico Luppi en Martín (Hache), en ese maravilloso personaje que es Martín Echenique, donde exponía que él no era un huraño que no permitía que nadie pasara fronteras que él no quisiera, sino que necesitaba muchas veces esa paz interior para poner en orden todo lo que se le pasaba por la cabeza : cascos para aislarse con sus tangos, una buena copa con hielo, un cigarrillo, un sofá,...

Por eso hoy, me propongo imitar a Federico/Martín, aunque con algunos años menos : me prepararé una de mis ricas ensaladas, me tumbaré a escuchar los bellos sonidos de Thelonious Monk y leer las bellas palabras de Antonio Gala o veré una vez más la apasionante historia de Rhett Buttler y Scarlett O'Hara, disfrutaré de un maravilloso habano previamente comprado y lo acompañaré de una copita de Patxarán seguida de un mate exquisitamente preparado.

Será mi momento de vencer al caos y establecer un cierto orden.

Hasta entonces, que reine el silencio...

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He visto a dos niños jurarse abrazados eternas locuras
que sé que ningún ser humano se las ha enseñado
y he visto a la vida volar de sus manos.
He visto a dos niños mirarse a los ojos,
sentirse felices de estar amarrados,
yo he oído el poema que le ha dedicado :
"Tu huella es mi paz y tu horizonte es mi temor,
pero tu huella es mi paz..."
Y aunque jamás será lo mismo aquel rincón
porque le falta el temblor de tu cuerpo
y le falta la noche, el relente y la envidia de la gente...
Y es que yo he oido el poema que le ha dedicado...
He visto a la gente pasarles rozando
y he visto que algunos se han ido, y algunos se quedan,
y algunos jamás han estado.
He visto a la vida sentarse a su lado
y al fin a esa niña mirarme a los ojos,
los versos mas bellos salir de sus labios.
Y es que yo he oido el poema que le ha dedicado :
"Silencio, silencio, silencio, que en la cama de un amante
la magia duerme poco pero se acuesta antes..."
Silencio, que se asusta el aire, silencio,
Silencio, que se calle el aire, que quiero escuchar esos versos
de nuevo en tus labios...
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21.2.10

730 días

Quizá se me ocurra algo para intentar ser un poco más felices a partir de estos 730 días.

Tendríamos que intentar que el resto de la vida sea un mirar hacia adelante.

Para atras no debe de ser jurisdicción nuestra, deberíamos declararnos incompetentes...

Porque además, no puede traer nada bueno...


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(...)
Fui a tus playas por el día,
y allí me quedé dos años.
Fui lamiendo tus heridas,
fuiste danome un remanso.
A la sombra de tu luna
se acunó mi corazón,
se borraron mis arrugas,
mi cara se iluminó...
(...)
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2.2.10

Peter Pan

Imaginen que ustedes van paseando tranquilamente por la calle.
De pronto, a un lado, en un contenedor de basura se encuentran un triciclo. Si, un triciclo, de los que usábamos cuando éramos pequeños.
Y claro, los recuerdos hacen su trabajo y ese triciclo nos hace rememorar nuestra infancia... así que nos montamos en el triciclo. Estamos tan entusiasmados por el recuerdo sobre ruedas que nos da por pedalear y pedalear, hasta deslizarnos cuesta abajo y, como un niño, no darnos cuenta de los peligros que acechan.
Vamos por la calle, rodando, rodando, hasta que nos encontramos a una pareja... de la Guardia Civil.
Sorpresa nuestra... y sorpresa de ellos por tener que darnos el alto. Prueba del alcohol : negativa. Tan sólo estamos embriagados por el recuerdo de nuestra infancia. Evidentemente no llevamos ni documentación del vehiculo, al que catalogan de "no catalogado", ni seguro, ni luces,... tan solo llevamos nuestra sensación infantil. Nos multan, nos dicen que somos unos temerarios y que hemos puesto en riesgo nuestra vida y la de otros usuarios. Decepción. La realidad adulta de golpe. Se acabó sentirse Peter Pan...

Dejen de imaginar. Esto que les he narrado ha sucedido recientemente en un pueblo de Sevilla, donde los agentes han multado con ¡400 Euros! al "triciclero temerario" tan solo por su impulso de revivir momentos de su infancia.
Seguramente esos guardias cuando eran niños jugarían a pillar o a ponerse estrellitas en el pecho y fingir ser los dueños del bloque y utilizar las esposas para usos distintos para los que sin duda están destinadas las esposas (?)...
Seguramente hicieran su trabajo, pero no están los tiempos para multar con tanto exceso por creerse Peter Pan cuando en la calle y la carretera acechan más peligros que un triciclo.

A mi sin duda me gustaría volver a la infancia por varios motivos : ahora los niños no estudian tanto como nosotros y tienen mucho más poder sobre los profesores del que nos pensamos y del que nosotros podríamos jamas soñar tener y, además, ahora las niñas están mucho más creciditas que en mis tiempos (nada más hay que ver algún capítulo de "El Internado" o de "Fisica o Química" para comprobarlo). Sin duda me gustaría volver a ser niño, puesto que la inocencia de éstos haría que el mundo fuera mejor.

En vista de lo sucedido, me conformaré con recordar mi infancia a través de fotos que plasman mis múltiples peripecias infantiles...

Pero eso ya es otra historia...

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Me devolvieron intacto, con un guiño mi dinero,
la cadena, la cartera y el reloj;
yo, que siempre cumplo un pacto
cuando es entre caballeros,
les tenía que escribir esta canción.
Hoy venía en el diario el careto del más alto,
no lo había vuelto a ver desde aquel día;
escapaba del asalto al chalé de un millonario
y en la puerta le esperó la policía.
Mucha, mucha policía…
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