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20.5.10

Con Pluma

Los caminos de la inspiración son inexcrutables, como variante del dicho.
Todo viene gracias al comentario AEPI (Anónimo Escrito Pero Identificado) que hizo en el desvarío de ayer una de las personas que más me conoce por dentro, donde expone que "la soledad ha recargado mi pluma". Entiendo que se refería a mi pluma de escribir, no vayamos ahora a confundir las cosas...

Creo que fue esta misma persona la que en su día me dijo que me gustaban más las sensaciones del desamor que las del amor.
Se estima la acusación parcialmente, ya que no le falta razón pero yo remato que no son las sensaciones del desamor o las del amor. Son simplemente las sensaciones.
Es cierto que quizá las sensaciones del desamor, al ser más desgarradas, te hagan escupir todo lo que llevas adentro pero no creo que mis últimas locuras en forma escrita hayan venido motivadas por la sensación de soledad... aunque los grandes artistas de la Historia siempre nos hemos caracterizado por ser un poco amargos...

No. La pluma se recarga de varios componentes y también de desatascar lo que estaba colapsado, quizá una falta de fuelle, de imaginación, una caida en la rutina cuesta abajo.
Se compone de conversaciones, intercambio de opiniones, montañas rusas y leves esperanzas de encontrar mi semejanza en alguna imagen, se alimenta de sueños y esperas, de escuchar palabras al otro lado y de días soleados y se complementa de amigos que siempre han estado, están y seguirán estando, aunque no sean de esos a los que tienes que ver todos los días, sino que simplemente sintiendo su presencia sabes que los tienes.

Quizá lo que realmente recargue la pluma sea la lucidez y el despertar a ella. Uno puede que no despierte nunca, pero cuando lo hace y la lucidez inunda todo el espacio es imposible darla la espalda, aunque evitemos muchas veces el dolor de comprobar lo que nos rodea.

Cuando se alcanza la lucidez ya no se puede escapar.
Ya ha entrado en tí.

Sin piedad...
Sin límites...

Pero esa ya es otra historia...

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Cuando el cántaro se rompe y no hay monedas en la fuente,
cuando uno se despierta y ya no es indiferente.
Y no existen los destinos, ni siquiera los divinos,
desafinan los metales sin principios ni finales.
La ciudad se queda sola y nadie me da bola...
Cuando te quedas adentro mientras se derrite el centro,
siempre hay alguien al costado sin aire acondicionado.
Y no existen los relojes, el verano está caliente,
desafinan los pianos como todos los veranos.
La ciudad se queda sola y nadie te da bola...
Hoy es hoy, ayer fue hoy, ayer....
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