Quien No Llora No Mama

Algunos estamos acostumbrados a que cuando queremos conseguir una cosa, luchamos por ella cueste lo que cueste y no cejamos en el empeño hasta conseguirla. Otra muy distinta es mantenerla y para ello hay que seguir luchando al 100% durante el tiempo que queramos conservarla.
A mi me cuesta conseguir las cosas que quiero mucho, y mucho más me cuesta conservarlas. Me esfuerzo sobremanera para tener cada día un poco más que el anterior y así progresar. Y es cierto que a veces cuentas con la ayuda de los demás, pero sabe mucho mejor si lo consigues por tí mismo porque luego, cuando marchas a dormir después de haber conseguido algo, la sensación de felicidad es mayor.
Esto viene a cuenta del mundo en el que vivimos hoy en día, donde impera la ley del mínimo esfuerzo o que si te pueden dar algo o tu pedirlo... para qué vas a pelear?
Hasta nuestros ancianos aplican esa norma. El otro día por la calle me paró una ancianita pidiendome que por favor le indicara el camino a la estación de autobus. Amablemente se lo indiqué pero no quería que me fuera, quería conversar ; yo iba con mucha prisa pero igual esa persona no tenía a nadie más y me quedé. Me contó un cuento chino sobre familiares de Sevilla, entierros a los que había acudido y que le habían dado algún dinero para coger el bus de regreso.
Y ahí es donde me mosqueé. La anciana no quería saber realmente cómo se iba a la estación, sino pedirme dinero para poder comprar el pasaje, pues con lo que le habían dado no le alcanzaba.
Terminé la conversación rápidamente y me marché sin darle un sólo céntimo. No porque sea así de desconsiderado o mal ciudadano. Es que odio que me mientan diciendome una cosa para conseguir otra muy distinta. Si la anciana me hubiera pedido el dinero desde el primer momento, seguramente se lo hubiera dado porque nunca se sabe si mañana no seremos alguno de nosotros ese anciano y necesitaremos aunque solo sean unas monedas.
Es ahí donde quiero llegar, que se saca mucho más de pedir que no de dar o intentar conseguir algo y si todos hacemos lo mismo, las cosas no irán bien.
En cambio, si me hubieran pedido el dinero un par de niñas diciendo que lo necesitan para el autobús y luego se lo gastan en chuches, no me importaría y se lo daría. Esas niñas seguramente aún tendrían esa inocencia (o no) de quien aún no sabe que quien no llora no mama.

Que sociedad está! Siempre con picardías!. Siglo XXI, cambalache, problemático y febril donde quien no llora no mama y quien no afana es un gil.