Historias De Un Taxi

Seguro que a todos nos ha pasado alguna vez. Todos hemos vivido alguna anécdota con o en ese transporte público llamado Taxi, cosas de todo calibre que suceden cuando lo tomamos, casi siempre a horas poco recomendables para andar por las calles solos o bien cuando el cansancio (y otros fenómenos físicos) nos impiden seguir caminando.
Yo tengo algunas, desde que no me cobren la carrera porque al taxista-empanadilla se le olvida bajar la bandera, el taxista que me para el taxímetro a mitad de camino "porque los jóvenes no teneis dinero y si os lo gastais en el taxi no os podeis divertir" o aquellos que te hablan de política, fútbol o mujeres mientras te llevan y en lo único que piensas es en que... me tenía que haber hecho psicólogo.
Pero esas anecdotillas son poca cosa en comparación con la que hoy cuento, por primera vez no hablando de mi mismo sino de otra persona que también ha vivido los rigores de la espera y posterior montada en el taxi. Lo cuento primero porque fue uno de los momentos de la conversación de anoche que provocaron más risas y lo segundo porque tengo el consentimiento de la sufridora cojetaxis. Nena, ya lo sabes : mi salmón es tu salmón.

Imagínense la situación : la chica que espera un taxi después de una noche de juerga tranquilamente en la parada. Por fin, y después de que ya se le hayan colado varias personas pero que no le importe porque siguen viniendo taxis, llega su turno. Se dispone a montarse al taxi cuando divisa a una pava que está "en el quinto carallo" corriendo como una loca hacia el taxi, cuando ni tan siquiera estaba en la cola. La chica, sin darle importancia, se sienta en el taxi y la pava-atleta haciendo gala de una exquisita educación y saber hablar le suelta un "oie, chorba, que estaba yo antes así que pirate". Y claro, la pobre "jincha" no sabía lo que hacía ni dónde se metía. La morena, que lo había visto todo, le dice que no flipe en colores, que qué ha fumado que no ha rulado y que si se cree que es tonta, que ha visto como se estaba liando con un tio y que ni siquiera estaba haciendo cola asi que espere su turno haciendo cola con el resto y "dejes de comer el filete al pavo" (perdonen un segundo, pero me estoy riendo demasiado para seguir... ZDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD )
Bueno, la pava que se pone tonta y sigue "erre que erre" con la idea de desbancar a quien ha estado esperando helada de frío al taxi y ella, calentita suponemos, pretende montarse por la cara.
El taxista, impasible, como si fuera una pelea de chicas en el barro, solo que en su taxi (y sin barro, por favor). La buena (o sea, la que estaba esperando en la cola) finalmente se cabrea y le dice a la "okupa" que se va a joder pero bien porque no piensa moverse pero la tontainas comefiletes, sin saber que se estaba rifando una colleja y ella había comprado todas las papeletas, insiste en que ella tampoco.
En esto el taxista que ya no puede más y quiere salir en el salmón como integrante de la historia, sale del coche, agarra a la okupa y la larga de alli diciendole que no estaba a la cola y que el morro lo utilizara para metérselo al pavo y no para colarse por delante de otras personitas.
Al final la sangre no llego ni al rio ni al taxi y las personas de bien que esperan a la cola para montarse en el taxi llegaron sanas y salvas, cosa que podría no haberle sucedido a la del "morro" pues le hubieran bajado semejante colleja que nunca más hubiera tenido ganas de coger no solo un taxi, sino ningún transporte público.
Y es que en esos casos es cuando hay que ser del palo... porque si no te apalean.

Ya lo saben, esperen la cola, no sean caraduras. Y si esperan en la cola comiéndose un filete... mejor que mejor.