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20.8.10

La Suegra

Suele ser una señora.

Este personaje mitológico familiar ha aterrorizado durante generaciones a hombres y mujeres por todo el planeta.
Decir suegra, visitarla o que te visitara era sinónimo de tensión, nervios, desencajamiento facial y aflojamiento de esfínter. Como una diarrea. Un marrón.

Si la suegra "pertenecía" al hombre, es decir, era la mamá de la mujer, eso suponía reconocimiento exhaustivo del macho de arriba a abajo en busca de arrugas en la vestimenta, malos afeitados e investigación sobre profesión, saldo de cuentas bancarias y hora de llegada a casa los días que tenías a bien rescatar a su hija de las faldas de aquella mujer.

Si la suegra la sufría la mujer, es decir, era la madre del pobre novio o marido, supone que la mujer o novia es un ser completamente deleznabe, que a saber qué le da de comer a mi hijo y que, desde luego, conmigo no iba así porque las camisas se las he visto yo arrugadas. Este es un caso más delicado que el anterior ya que si en el anterior tan solo sufría el novio o marido, en este caso sufren los dos : la mujer por el contínuo sometimiento a la comparación que le hace la suegra y el hombre, que se encuentra entre la espada y la pared cuando las cosas se ponen feas ya que la madre critica a la mujer y la mujer a la madre, calentándole la cabeza entre ambas.

Hablo en pasado porque pienso que todo esto ha cambiado. Ya no existe ese temor a las suegras hoy en día, e incluso te puedes permitir el lujo de tutearlas, algo impensable en la generación de nuestros padres, por ejemplo.
Ahora si vas a comer a casa de tu suegra el domingo, suele ser un día festivo en el que eres tratado como uno más de la familia y no como un pseudodelincuente al que hay que mantener alejado de la cubertería de plata y, especialmente, de los encantos de la hija. Eso se traducía en que tu te sentabas enfrente de tu pareja, nada de estar al lado, y las manos bien visibles siempre y en todo momento.

Curiosamente, en una época en la que los hijos somos más "despegados" y ya no se estilan tanto las relaciones familiares-políticas, el estereotipo suegril se ha relajado para convertirse en un remanso de paz donde puedes comunicarte con ellas a través de SMS o bien te atienden el teléfono con amabilidad y simpatía.

Por eso, este salmón, ante una suegra del siglo XXI está tranquilo y no piensa que le va a acribillar con la mirada pensando que quien tiene delante es el bandido que se va a llevar la juventud de su hijita por delante, sino que le va a tratar como ese delicioso jóven que hace feliz a la niña.

Aunque, qué quieren que les diga... Una suegra siempre es una suegra...

Disfruten del fin de semana... Aunque tengan que hacer visita familiar....

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