Y Ahora... ¿Qué?

Estoy tan emocionado que me da vergüenza.

Verás, sabes que este blog lo sigue relativamente mucha gente. De acá y de allá. También sabes que no escribo nada más que para mi, que lo podría hacer en una hoja de papel y nadie lo sabría pero no sé por qué me abro a todo el que quiera compartir lo que me pase y ser un poco más partícipe de mi vida.

Sabes que mis post se refieren a todo, casi siempre a todos y casi nunca a cualquiera porque cualquiera que aparezca por aquí no es cualquiera. Como habrás visto toco todos los detalles, cualquier tema, más aspectos que otros aunque últimamente esté en modo "tango andante", sentimental y cursi.

Pero hoy sólo es para ti, aunque lo vea más gente. No me importa en absoluto. Será como si te lo escribiera en nuestro particular Cuaderno #19, como si hablara directamente contigo mirándote a los ojos.
Sé que no tienes dudas en que también te lo diría cara a cara, sin pestañear y con la tranquilidad que da el parecer que te conozco desde hace mucho tiempo, que puedo hablarte de todo en cualquier momento.

Y porque sabes la importancia que le doy a las palabras, a lo escrito, a lo que escribo y a lo que me escriben, por eso cuando ha llegado tu escrito esta tarde, no he tenido más remedio que inventarme esta conversación.
No has dejado de sorprenderme en todo el día. En realidad nunca dejas de sorprenderme, ningún día, en ningún momento.
Espero que siga siendo así y que haya sitio para que en tu realidad paralela se cuele un tipo a contracorriente, peleón e insistente pero con las cosas claras.

El problema llega ahora, después de un montón de líneas escritas, muchas de ellas gracias a ti y a tu chispa, muchos párrafos con mensajes entre líneas y algunas páginas directas a tu entendimiento.
Me siento delante de la página en blanco y no sé que decirte porque después de enviarme tu escrito... sí, tu escrito, aunque tu digas que lo has tomado prestado es TU escrito ya que lo has hecho tuyo... para mí... después de recibir, leer, releer y casi memorizar tus palabras, no sé que escribirte, no sé cómo expresarme, aunque tu veas muchas letras.

Me va a costar sentarme a escribirte cualquier cosa, por el medio que sea, pensando en que tú, con una sóla página, has logrado que cualquier cosa que te pueda dedicar no llegue ni a la altura de la primera mayúsula de tus letras.

Algo se me ocurrirá para ponerme a la altura no sólo de tu dedicatoria sino intentar darte un día especial como el que me has dado tu hoy con cada aparición estelar.

De todas formas, eso ya lo pensaré mañana...

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Antes de que amaneciera salí huyendo de tu cama,
en tu espejo un testamento : "no nos queda nada".
Dejé tu barra de labios y con ella un par de años,
de quererte por las tardes, de mañanas sin llamarte.
Tropezamos de repente, como en un nuevo 11-S,
sonreiste a quemarropa contra el filo de mi boca.
Y susurraste que el pasado solo es como un día malo,
y la lluvia abrío la puertas de mi vida en tu Ford Fiesta.
Tu me enseñas que se puede querer lo que no ves...
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