El Mono

Ya pasó el lunes, que suele ser un día donde se acumulan las ganas de hacer las cosas que has hecho durante el (cortísimo) fin de semana.

Los fines de semana, como el buen veneno (aunque casi no hay ni malo ni bueno), me suelen dejar un efecto resacoso, como si tuviera el mono al día siguiente.

Mono de seguir descansando, de dormir hasta tarde y no preocuparme por los horarios soretes.
Envidia el resto de la semana de esos días en los que la mayor preocupación es decidir qué hacer y qué no hacer o dónde ir.
Angustia de pensar que el tiempo pasa rápido y que esas dosis de fin de semana no calman, sino que te hacen querer más.

Por eso ayer tuve mono. Mono de escuchar algunas canciones favoritas, mono de sentir algunos olores que, sin estar presentes, están. Mono de seguir conversando aunque se acaben los minutos diarios, mono de escribir por quién escribo.

En realidad no tengo mono. Realmente tengo todo el zoo región simia colgada de mi cuerpo. Tengo un King Kong encaramado en el Tokio de mi pecho, trepando al edificio corazonil y diciendo que lo coje para dartelo a ti.

Jodido mono... Bendito mono.

P.S. : Si, Vir, seguro que me ha quedado amariconado, si. Pero estoy igual que él, FELIZ!

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Qué rico estaba el veneno, qué bien estaba yo
Mis amigos envenenados también parecían inspirados de verdad
Siempre esperando al man y después a sentirse Supermán
o Satán...
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