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30.1.10

Jazmín

Soy un hombre peculiar. Un tanto distinto a otros hombres o a lo que se supone o todavía se tiene por costumbre que tiene que ser un hombre.

Hay personas que dicen que soy raro. Lo mejor de todo es que algunas personas que dicen que soy raro son ellas mismas raras, pero raras raras... lo cual, que me consideren raro a mí, es rizar el rizo.

Lo que pasa es que tampoco soy el cánon de persona normal ni que sigue costumbres aceptadas así como así. Ya saben... cuestión de ir en dirección contraria y remontando...

Veamos : soy más de pepsi que de coca-cola, prefiero nordic a schweppes, los rolling a los beatles, el salado al dulce y prefiero mil veces una cena y copa a la luz de una vela derritiéndose que botellón y litrona social.
Hay quien dice que llevo siendo viejo mucho tiempo. A mi jamás me importará que me lo digan. Primero porque considero que hacerse viejo no es malo sino que te concede cierto grado de experiencia ; quizá confunden hacerse viejo con acumular experiencia y que uno las vea venir antes por todo lo vivido. Y segundo, nunca me quejaré por envejecer ya que ese privilegio les ha sido negado a muchos.
Poseo cierto gusto y elegancia al vestir, interés y cuidado del aspecto e higiene personal, alta sensibilidad a la belleza femenina, alta tolerancia sobrehumana al amor y un punto de locura (o dos) bien conocido tanto en territorios de ultramar como en ámbitos comunitarios.
Ahhh... y señalizo al conducir, cosa que según mi salmona aprendiz de conductora "tan solo hacen las mujeres. Los hombres nunca señalizan..."

Puedo combinar varias cosas, en principio, totalmente distantes entre sí y que pueden llegar a ser desconcertantes para cualquier persona, aninal o cosa que tenga el placer de conocerme : puedo alternar lecturas y poesías de Antonio Gala con libros de terror o ensayos sobre viajes ; soy capaz de gritar y quedarme afónico en un concierto de rock como puedo emocionarme ante las maravillosas notas de un piano interpretando a Chopín o escuhando un tango interpretado por Pasión Vega e incluso puedo desorientar a la gente identíficandome totalmente con Clint Eastwood en "Los puentes de Madison" para inmediatamente después vitorear su dureza en "Sin perdón"... aunque yo también esperaba que Clint empezara a repartir hostias en "Los puentes de Madison" en cualquier momento... Es más, soy amante de los tragos largos de tequila, absenta, champán o cualquier otro licor fuerte pero tambíen me produce cierto placer tomarme un buen mate amargo o infusiones raras.
Es por eso que, hace pocos días, cuando en presencia de mi salmona se me ocurrió pedir un té de jazmín, se produjo la siguiente afirmación :

"Un té de jazmín? Ese qué tipo de bebida es? Los hombres no piden esas cosas, los hombres piden cerveza, vino, whisky,... En un grupo de hombres te llamarían maricón..."

Me recordó aquella vez que Homer fue a una exposición de ciencia con Lisa y le dijo : "Ciencia? la ciencia no es divertida... las cosas divertidas terminan en -bolera o en -taberna..."

Entre la cara de sorpresa de mi amada salmona y la estupefacción del camarero al servirme a mi el té de jazmin en vez de a la señorita, uno puede comprobar como lo diferente o lo inusual, lo que verdaderamente me hace diferente, no digo raro, sino diferente, causa cierto reparo si está alejado de los cánones de comportamiento masculino.

Mi salmona de los ríos, compañerita de andanzas, dice que todo lo descrito anteriormente que me diferencia de otros machos de la manada se debe sin duda a que yo, en una vida pasada, fui mujer y todavía me quedan algunos posos, algo de mi vida anterior que permanece en mí y que hace que no sea un hombre al uso.

Aunque ella está encantada que sea como soy... y que en esta vida haya sido un hombre...

Pero eso ya es otra historia...

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Una veredita alegre con luz de luna o de sol
tendida como una cinta con lazos de arrebol.
Arrebol de los geranios y sonrisas con rubor
arrebol de los claveles y las mejillas en flor.
Perfumada de magnolias rociada de mañanita
la veredita sonríe cuando tu pie la acaricia.
Y la cuculí se ríe y la ventana se agita
cuando por esa vereda tu fina estampa pasea.
Fina estampa, caballero, caballero de fina estampa,
un lucero. Que sonriera bajo un sombrero
no sonriera más hermoso ni más luciera, caballero.
Y en tu andar, andar reluce la acera al andar, andar....
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3 comentarios:

salmona dijo...

jajajajajaj, jajaa
Cierto, todo

ab.sanchez dijo...

¡¡Me ha encantado lo de "en una vida pasada, fui mujer y todavía me quedan algunos posos"!!

Yo era de las que pensaba que la gente era "rara", hasta que me di cuenta de que la "rara" era YO :)

koe dijo...

lo raro es preferir a los beatles, digo yo.
yours,
k.