Agoniza este dosmildiez, mi querida Lili, y con él una década encontrada donde ha pasado casí todo de mi vida para acabar -después de mucha contracorriente y piedras afiladas que esquivar- encontrando el mapa del futuro que me guía al recorrer el tesoro de tu piel.
En este rato que mi alma veterana piensa en estos diez años que se nos escapan como si no pasara nada, habiendo pasado un mundo, repaso las guerras luchadas y las batallas que me curtieron no deseando que no hubiera sucedido o volver atrás, sino dando gracias porque aquello que pasó, bueno y malo, ha hecho que hoy esté aquí y con tu presencia.
Quién sabe si no habiendo vivido todo eso estaríamos aquí, querida.
Por eso, cuando esta noche los sonidos de la Puerta de España marquen el límite que separa un año de otro, una década de otra, yo pensaré en cuántos años nos equivocaremos en los cuartos, en todas las veces que prepararemos la cena para todos y en todas las copas que chocaremos, mirándonos a los ojos, celebrando que, al menos un año más, nos amaremos.
Al fin y al cabo, lo único que deseo, ahora que el dosmildiez y la década se nos escapa, es que me den las uvas contigo...
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