La Pedida

Pero sólo porque tú me lo pides, querida Lili...

Seis meses y tres días después, creo. Sigues inspirando-me. Cada día. Cada segundo. El problema es el de casi siempre, el tiempo.
Cuanto menos tiempo tienes es posible que acabes teniendo mucho menos por ese devenir de las cosas que se llama crecimiento, progresar, conseguir cosas.

No puedo ni tan siquiera describir cómo me has hecho crecer, progresar ni enumerar las cosas que has conseguido que yo cambie desde que decidiste (porque así son las cosas, donde hay patrona no manda grumete...) que ibas a pasar conmigo el resto de la vida que me quede por vivir.

Así que una vez más pones esa cara triste, que afortunadamente, ahora, tienes que esforzarte en poner y me pones esos morritos que, afortunadamente siempre, están dispuestos a expresarme algo y te quejas de mi abandono salmonil, me pides que mi inspiración transpire y demuestre negro sobre pantalla mi amor y mis halagos cuando yo, lo que siempre he preferido, es hacertelo sentir el uno sobre el otro.

Y te comprendo perfectamente porque es dificil resistirse a un autor que pocos conocen, tan solo unos pocos, y que escribe tan bien y -oyoyoyoyoy- de tí, precisamente.

No he podido resistir tu petición y aquí tienes, una vez más, una entrada dedicada solamente para tí, un desvarío nacido de mi mente fijada con tu imagen y tu luz, golpeado por unos dedos que buscan cada día el minutero que indica que es la hora de ser feliz plenamente por un rato con tu presencia.

Tan sólo porque tú me lo pides. Tienes ese poder...

Al fin y al cabo, mi querida Lili, ojalá durante toda tu vida y la mía no me dejes de pedir cosas...

Pídeme todos tus deseos y no tengas miedo... juntos los haremos realidad...