Nos Sobran Los Motivos

Ella dijo:

- Tú nunca serás feliz porque siempre tendrás algún motivo para sentirte infeliz. Nunca te conformas con lo que tienes.

Tiene razón. Casi siempre la tiene. Muchas más veces de las que yo me doy cuenta y muchas más de las que me atrevo a reconocerselo.

Y casi siempre tiene razón por dos cuestiones fundamentales. Una es porque le ha tocado jugar en el lado femenino, en el del sexo fuerte. Y la otra es porque es poseedora de una violencia intelectual y un apabullante sentido común que, en condiciones normales, debería ser el menos común de los sentidos.

Reflexionando sobre la frase que dijo, concluyo que el tema de la felicidad es curioso. Como son curiosas las formas de intentar lograr la felicidad de distintas personas, no tan alejadas ni en el tiempo de vida que llevamos vivido ni en el espacio que compartimos.

Para algunos la felicidad se encuentra en tener un sitio adonde ir, a pesar de que el esfuerzo a veces no merezca la pena y cueste la salud. Para otros, su felicidad es trabajar menos y ganar más, aunque sepan que eso, tarde o temprano, está abocado a llegar a convertirle en infeliz. Otros se conformarían con lo que tienen y seguir alimentandose de las raices que han conseguido afianzar, aunque eso les impida darle aire a la vida y ponerle un poco de emoción a su existencia. Y para otros la felicidad sería progresar pero, dentro de un tiempo, poder seguir haciendo las cosas que -ahora cada vez menos- pueden hacer, aunque ello implique no complicarse demasiado la existencia y aunque sepan que eso, el hacer lo que ahora se puede hacer, es bastante improbable que se consiga.

No nos damos cuenta, pero quizá la felicidad sea eso, darnos cuenta que nada de lo anterior es realmente importante para obtener esa felicidad.

No nos damos cuenta, pero quizá es que realmente nos sobran los motivos para estar felices.

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Si los demonios no se van de mi cabeza tarde o temprano
puedo hundirme en un mar de lágrimas secas, dame la mano.
Si los demonios no se van de adentro, hermano,
voy a partirme en dos mitades, dame la mano.
Si los demonios no se van de mi costado humano
puedo perder el control de mi corazón, dame la mano.
Si los demonios no se van el próximo verano
voy a vivir en la profundidad de existir, dame la mano.

Si los hombres se comen a los leones en mi Coliseo Romano
quiero el papel del gladiador más cruel, dame la mano.
Puedo hundirme en un mar de lágrimas secas, dame la mano...
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