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5.4.08

La Depresión De La Ducha

Después de una dura semana post-semana santa y excursión (incursión) madrileño-pucelana y ya dando por finiquitada la jornada del sábado en la que he estado trabajando hasta hace bien poquito, me merezco el descanso y antes de probar experiencias nuevas (hoy me voy a cenar a un restaurante marroquí), me voy a dar un buen baño.

Suelo hacerlo los sábados (lo del baño, no empecemos...). Lleno la bañera con agua bien caliente, jabones y espuma y suelo acompañarlo con buena música. Ahi estoy entre 20 y 60 minutos, con el posterior afeitado y revisión de chapa y pintura pero aunque el salmón se vista de seda...

Estoy tanto tiempo bajo los efectos reparadores del agua, que cuando salgo estoy arrugadito. Completamente. Y eso... es un trauma.
Porque tu sales de la ducha y mientras te vas secando, repasas. Y miras hacia abajo. Y te ves arrugado.
Piensas : yo juraría que cuando entré "esto" media un poco más. No mucho más, pero algo si. Y piensas que a lo mejor el agua es reparadora para el plano físico, pero para el psicológico es devastadora.

Ahora bien, te giras y ahí está el espejo. Ese fiel amigo que siempre te va a dar una visión diferente de las cosas. Lo miras y esperas que él te devuelva una visión amable... y ampliada de las cosas.
Y ahí esta. Miras y dices : OSTIAAASSS !!! Y parece que la moral (ahora lo llaman así) sube.
Sabes que es mentira, que esa imagen no es real, que es una fal(o)acia, pero te anima un poco.
Pero todo lo que sube, baja. Y tu mirada acaba bajando. El plano cenital te devuelve a la realidad de lo que hay y entonces enrrollas tu toalla en la cintura para evitar males mayores.

Es increible la cantidad de muecas que algunos hombres hacen(mos) delante del espejo. Conozco casos en los que incluso el hombre llega a hacer verdaderas imitaciones del "elefante", trompa en mano. Lo hace distraido, pensando en que nadie lo ve, divirtiéndose cual niño que lleva dentro. En un momento determinado, no se percata que su pareja puede estar observandole hacer el imbecil. Y cuando se percata, lejos de avergonzarse y abandonar el ritual, se gira y comienza de nuevo la imitación del "elefante" delante de su pareja. Ésta, con cara de estupefacción, se queda mirando y le dice "Perdona, cariño, pero es que no llevo las gafas puestas..."
Y ahi es cuando la depresión de la ducha llega a su esplendor. Lo que era un momento relajante y reparador, se torna en una futura consulta psicoanalítica.

Lo dicho, amigos salmones. Voy a ver si me reparo un poco. Pero nada de psicoanalistas. Para mi, el mejor psicoanalista sigue siendo un barman. Y eso llegará después.

De momento, que el agua haga lo que tenga que hacer.
Dios salve a los espejos...!!!


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Se acerca sigiloso, todo lleno de espejos,
la canilla cerrada, brillo en los azulejos,
la esponja desgastada debajo del jabón,
un pelo en la bañera después de la función.
Yo canto en la ducha porque nadie me mira.
Yo canto y no me importa si mi voz desafina,
y hasta dejo que salga hacia afuera mi barriga.
Yo canto en la ducha, me aplaude el agua tibia.
No tengo referencia, sólo el eco del baño.
Parece mentira, pero cómo resuena,
como en un gran teatro con una gran audiencia.
La ducha, mi amiga, la que nunca critica,
me abraza y me aplaude con chorros de agua fría.
Yo canto en la ducha sólo para mí...
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