Aquel día, mi querida Lili, llevaba las piernas y el alma cansada de tanto andar. Aquel día, en mi mochila estaban todas las derrotas sufridas en guerras involuntarias y una pequeña esfera para tí que, sin saberlo, iba a cumplir su función.
Sin saber cuánto brillaba el rubio de mi ángel ni si sus alas podrían hacerme volar, apareciste para abrazar mi temblor y calmar mi voz.
Y desde entonces tu mano me guía y no me deja caer, el vuelo de tu pelo me trae aroma de recuerdo y tu ángel me acompaña cada día para volver a tí y de noche para soñarte a mi lado.
730. Más 1.
Y habrá que seguir sumando.Y comprobar que uno más uno ahora y siempre contigo son más que dos. Y darse cuenta que, aunque parezca mentira, lo demás no es demasiado importante.
En eso está la felicidad.
En tí...
1 comentario:
Seguir sumando días, tortugas, corrientes...hasta formar una única marea
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